
Este es el primer texto que envío a través de la newsletter sobre “orientación al cliente “ y cómo le afecta a tu negocio (en caso de que no lo tengas te sirve igual, porque en algún momento entrarás en uno).
Quizá debería explicar antes lo que es, sí, porque es importante, ¿no? Quizá debería…
Sabes que no lo voy a hacer, ¿verdad?
Te voy a contar una historia.
Hace muchos años, un joven ganadero entró en un almacén de piensos que había abierto hacía unas semanas en su pueblo. Buscaba información porque quería comprar comida para sus reses.
Entró y no vio a nadie que le atendiera y mientras esperaba se puso a observar todo lo que había a la venta.
El almacén, que era enorme, estaba lleno de palés cargados de sacos de pienso de todas las clases. Había unas etiquetas con unos números y letras que él no entendía, era evidente que eran códigos para distinguir la mercancía, pero no tenía ni idea. También había unas grandes hojas de papel con todas las características de los piensos: qué contenían, cómo habían sido tratados, transportados, etc.
Siguió esperando un rato, porque necesitaba que un empleado le tradujera aquellos códigos o que le diera el pienso que él necesitaba.
Quince minutos después se fue. En ese espacio de tiempo nadie se acercó a preguntarle qué quería o si necesitaba ayuda.
Una semana más tarde, dejaron en el buzón de su casa un flyer muy bonito.
El flyer era del almacén de piensos donde él había estado.
Informaba de que tenían descuentos especiales por su reciente apertura, que el trato era personalizado y que todos sus clientes saldrían satisfechos.
Si tienes un negocio piensa:
En qué estás mintiendo.
En qué dices que haces y no estás haciendo.
Y en qué más podrías darle a tu cliente y no se lo estás dando; por desgana, olvido o cara dura.
La orientación al cliente no trata de tu negocio ni de lo que vendes, trata de ti, de ellos, de vosotros, de nosotros.
En definitiva, de las personas.
Apúntate y no te pierdas nada.