
No me suele pasar y menos cuando estoy en un ambiente que me gusta.
Sí, tengo que reconocer que me siento muy a gusto utilizando productos Apple. Tampoco soy un “fanboy” ni me cae la baba ni nada que se le parezca.
Pero dejemos de hablar de mí, porque lo importante es la historia que te voy a contar.
Pues ahí estaba yo, en lo que antes era una Apple Store y ahora es simplemente la tienda de Apple, de Valencia.
Estaba ojeando los portátiles porque el que tengo es antiguo y puede que dentro de poco tenga que asistir a su defunción. Hace lo que puede, aún renqueando tira como un condenado, pobre, lo da todo y más, aunque eso lo lleve a la muerte. Es mi fiel compa….
Volvamos al lío que me emociono.
Al cabo de un minuto, se me acerca una empleada y me pregunta si me puede ayudar. Le digo que sí, que estoy buscando un portátil. Le comento también que necesito información sobre la posibilidad de entregar el mío y qué me podrían dar por él.
La chica fue muy amable y me contó que tenía que llevarlo para valorar el importe.
Claro como el agua.
Le pregunté por un modelo en concreto y me llevó a una de las mesa. Allí me explicó las características del susodicho; procesador, ligereza, velocidad, pantalla, etc.
En un breve momento que se detuvo para tomar aire aproveché y le pregunté por el procesador M2. Me contó que modelos lo llevan, me repite las características, esta vez del M2; ligereza, velocidad operativa, calidad de procesamiento, etc.
Le digo, en otro instante en que se detuvo a tomar aire, que los portátiles de Apple son una maravilla, aunque el precio es todo lo contrario.
Nos echamos unas risas y me despedí agradecido por su ayuda.
Lo cierto es que fue un encanto.
Ahora te estarás preguntando, ¿dónde está el flipe que dices en el titulo? ¿En el precio de los portátiles de Apple? Eso no es nada nuevo.
No, claro que no.
Flipé en tres tiempo:
Durante la charla con la empleada.
Cuando terminó y nos despedimos.
Y cuando salía por la puerta.
¿Lo pillas?
No te agobies, te lo aclaro en tres tiempos:
Durante la charla no me preguntó en ningún momento para qué quería el portátil.
Cuando nos despedimos, se dio cuenta de que me iba y no hizo un simple amago para preguntarme para qué quería el portátil, quizá ahí me enganchara de nuevo.
Y cuando salí por la puerta, flipé porque había un perro muy mono en una silla de ruedas. Seguro que ya has visto alguno, por suerte han encontrado esta solución para los perros que están paralizados de cadera par abajo y todos tan contentos. Yo me alegro.
Volviendo a los flipes.
Los clientes (entre los que estamos tú y yo, no lo olvides) no quieren una chaqueta, quieren algo que les proteja del frío o que les haga parecer más delgados, más altos, más elegantes…
Tampoco queremos un portátil para ir a la luna, si pudiéramos, queremos algo que nos facilite el trabajo o que nos sirva para el ocio, que de todo hay.
En ningún momento queremos comprar un taladro, ¿quién mierda en su sano juicio compraría un taladro por placer?, lo que necesitamos es hacer agujeros para meter un taco dentro, luego una alcayata y si todo va bien, colgar el cuadro que pintó nuestra suegra una noche de borrachera.
Habla de las ventajas de tu producto y de cómo le va a facilitar la vida al cliente, todo lo demás sobra. Y si alguno te pregunta por las características: se las das, faltaría más, pero no te comprarán la linterna porque no necesite pilas. La comprará porque, si quiere buscar algo en un armario oscuro, se puede ahorrar tener que salir de casa a buscar un “chino” para comprar las malditas pilas.
¿Recuerdas el perro de la silla de ruedas? ¿Crees que le importa el color, quién es el fabricante o si tiene reposa vasos?
Si aún no recibes correos como este en tu bandeja de entrada, ¿a qué esperas?
¡Suscríbete!